martes, 25 de febrero de 2014

Releyendo El Negro Blanco, de Carlos Trillo y Ernesto García Seijas

A veces sucede que  luego de releer una historieta se puede tener la fortuna de decir “que bueno que compré  los libros y los guardé”. Ese es el caso de los diez tomos de El NegroBlanco, de Carlos Trillo en los guiones y García Seijas en el dibujo. Fueron publicados por Ivrea entre 2008 y 2009, compilando las tiras que se publicaron a diario en la contratapa de Clarín entre 1987 y 1993. 


Los lectores memoriosos recordarán que esta historieta cargó con el gran peso de reemplazar en la contratapa de Clarín  a El loco Chávez, de Trillo y Horacio Altuna. Tremendo compromiso porque El Loco… se había transformado en un ícono que quedó en el corazón y la memoria de generaciones de lectores.  Es por ello que en la concepción de El Negro Blanco estuvo presente una cierta idea de continuidad, tal vez para que el cambio no resultara tan abrupto. De allí que las comparaciones sean inevitables, sobre todo porque el guionista era el mismo. El personaje que le da nombre también es periodista, se desempeña en el mismo medio y en la trama se colaba la realidad argentina. Mientras en una se hacían presentes los duros tiempos de la Dictadura Militar de los setenta y el renacer democrático de los ochenta, la nueva historieta registró aspectos del profundo cambio social que significaron los años noventa en el país.



En El Locolas mujeres tenían un papel importante, pero también las aventuras puras, motivadas por su profesión, que lo llevaban a realizar investigaciones periodísticas  y a protagonizar variadas situaciones. En cambio, en El Negroel leitmotiv son las mujeres, que a su vez desencadenan sus acciones. Todo gira en torno a ellas y las dos principales son Chispa, una atractiva arquitecta rubia de pelo corto, y la morocha Flopi, inspirada en la modelo y actriz Araceli González, de pleno apogeo mediático en la década del noventa. La identificación de Flopi con la actriz sex symbol de la época, hizo que la tira fuera muy comentada en los medios de comunicación y a nivel popular. El éxito de este personaje motivó que los autores crearan, aparte de la tira diaria, unitarios para publicar en revistas. El dibujo de García Seijas resultó más que apropiado, porque las dibujaba de modo atractivo, las volvía “deseables”. El Loco era un mujeriego “moderado”, mientras El Negro…  era abiertamente mujeriego. Aunque este último estaba enamorado de las dos protagonistas, con las que alternativamente rompía o retomaba la relación, no perdía oportunidad de vivir incidentes con otras. Pero al lado de los personajes aún más mujeriegos, como el de Marccuci y el de su padre, El Negro… era “un nene de pecho”.

El Negro... y sus mujeres

A través de Flopi, periodista de un noticiero sensacionalista, es donde se hacen más presentes los años noventa: en la frivolidad y la llamada televisión “basura” –surgida en esa década- que inventaba noticias y recurría (y sigue haciéndolo) a mostrar miserias humanas para sumar rating. Allí se exhibían personajes que no eran tan visibles en décadas previas. Badaraco, el inescrupuloso y corrupto productor del programa y el dueño del canal, apodado “El todo poderoso, El Supremo, Rey de Reyes”, que porta el rostro de  Alejandro Romay, dueño de Canal 9 en los años noventa. Las escenas donde aparece aportan cuotas de surrealismo y delirio.

Flopi en un episodio independiente, publicado en 1996 en la revista Meridiana

Tampoco falta el episodio donde se muestra a un político que se soborna y frivoliza, en coincidencia con el apogeo que tuvieron durante esa década las investigaciones en torno a la corrupción política, que  hasta entonces nunca había sido tan descaradamente manifiesta , y  su referencia no podía faltar en la tira.


Al igual que en El Loco Chávez, los amigos de El Negro tienen un papel importante, resultan entrañables, queribles. El más peculiar es Marcucci, inspirado en un individuo real, que sufría el acoso de centenares de mujeres, motivado por su encanto varonil. Es el personaje más simpático de la historia por las situaciones disparatadas que protagoniza.
El grafismo de García Seijas es hiperrealista y de estética preciosista. Cuando asumió la realización del dibujo de la tira ya era un profesional de extensa y reconocida trayectoria. Su mayor éxito previo, en el país, lo representó la serie Helena, que realizó con guiones de Robin Wood para la revista Intervalo, que también transcurría en Buenos Aires.

El Negro y los decorados de la ciudad de Buenos Aires.

Por ello, al analizar su arte se evidencia a un autor de amplios y riquísimos recursos técnicos, a los que se arriba después de la experiencia de incesantes años de trabajo. Por ejemplo, se destacan las numerosas escenas nocturnas, en las que combina plenos negros prolijos y perfectamente definidos (paredes, autos), líneas moduladas y manchas a pincel (en las vestimentas) y tramas de diferentes grosores para dar idea de luz y sombra y volúmenes en los personajes, calles, cielo, etc. Todos recursos que hacen a la riqueza visual, tanto para crear “climas”, como para “sugerir” o “mostrar” con sentido documental.

El personaje Marcucci y un ejemplo de su éxito con las mujeres.

Mención especial merecen sus escenografías, porque el nivel de detalles y verosimilitud es asombroso. Las escenas de “calle” donde se mueven los personajes permiten reconocer detalladamente la ciudad y su arquitectura en sus aspectos atractivos, y se diría que en este punto Seijas se asume como costumbrista. Cabe suponer que el artista se basó en una abundante documentación fotográfica. Algo similar sucede con las escenas del diario, los interiores de las viviendas, los vehículos y la indumentaria.
El dibujo de Seijas está realizado con sumo cuidado, en donde cada elemento surge de una debida planificación. Pero cuando se observa en detalle las figuras humanas y sus ropas, se observa que emplea un estilo suelto, abierto. Por ejemplo, esas líneas no marcan las formas de los pliegues de la ropa, sino que los sugieren. La gráfica de García Seijas es la de un virtuoso del dibujo realista.



Esta tira cargó con el compromiso de reemplazar la exitosa El Loco Chávez, que aún hoy no se puede dejar de citar como antecedente. Pese a ello consiguió definir una identidad propia, aunque en su momento no llegó a trascender con el mismo peso en cuanto a repercusión masiva.  Su final fue abrupto y la historia quedó inclusa. El libro diez incluye los episodios que la hubiesen continuado, en los que tomaba nuevos rumbos. Se nota que El Negro Blanco podría haber tenido más vida de haber continuado su publicación. Fue reemplazada por la tira El Nene Montanaro, de Horacio Altuna, el dibujante de El Loco Chávez.
El Negro Blanco también gozó de una excelente repercusión en Italia, donde se publicaba en las revistas de la editorial Eura.

Almanaque de la italiana editorial Eura, donde se aprecia al Negro Blanco con la camiseta de las selecciones de fútbol Argentina e Italia.  Una muestra de la penetración que tuvo en aquel país. Gentileza L. Lorenzon

Tal vez hacía falta releer  la historieta y dejar que el tiempo diera su veredicto. Se puede decir, transcurridos veinte años, que fue un notable trabajo tanto del guionista como del dibujante, con muchos aportes elogiables. Es de lectura divertida, por momentos atrapante, con aventuras urbanas o de amor al estilo telenovela, cuotas de delirio y humor y un dibujo de calidad exquisita, visualmente disfrutable.

Respecto de los autores, lo triste es que hoy Trillo no se encuentra entre nosotros, y para apreciar los trabajos más recientes de García Seijas, hay que conseguir publicaciones italianas, país donde es inmensamente valorado. 

3 comentarios:

nora noemí dijo...

Excelente nota.

nora noemí dijo...

Excelente nota.

Anónimo dijo...

Los dibujos exquisitos de García Seijas son inigualables....